
El zumbido de las máquinas se apagó en Hillsville, Virginia, cuando un titán textil centenario se preparaba para cerrar sus puertas de forma permanente. Sesenta y ocho trabajadores que habían tejido telas que vistieron a la nación ahora enfrentan el desempleo, con solo unas semanas de aviso tras décadas de servicio.
La empresa citó el fuerte aumento de los costos energéticos como el factor decisivo, declarando el destino de la planta en una notificación formal de la Ley WARN—señalando la pérdida de un pilar económico regional y planteando preguntas urgentes sobre el futuro de la manufactura estadounidense.
Pero este cierre está lejos de ser un incidente aislado—lo que viene después podría transformar comunidades enteras.
Surge Un Patrón Familiar

Para los locales, el cierre se siente como un déjà vu. Es la cuarta gran planta que desaparece del condado de Carroll en solo dos años, eliminando cientos de empleos en el camino. Las ciudades fabriles, antes vibrantes, ahora están salpicadas de estacionamientos vacíos y chimeneas inactivas.
Los funcionarios del condado advierten que las pérdidas se acumulan rápidamente, con casi un millón de dólares en ingresos fiscales anuales ya perdidos. Sin embargo, la pregunta persiste—¿por qué ahora y por qué aquí?
El Legado Que Están Perdiendo

Esta fábrica no era una operación improvisada. Sus raíces se remontan a principios del siglo XX, cuando el auge textil convirtió al sur de Estados Unidos en una potencia manufacturera. Desde aquellas primeras salas de hilado hasta las líneas automatizadas de hoy, sobrevivió guerras mundiales, recesiones y la globalización.
Alguna vez simbolizó la autosuficiencia estadounidense—miles de toneladas de hilo y tela salían de fábricas en las Carolinas y Virginia. Ver desvanecerse esa historia centenaria es como perder una parte de la historia misma.
La Explicación Oficial

Los líderes de la empresa no se anduvieron con rodeos en su aviso de cierre: “El rápido aumento de los costos energéticos ha hecho insostenible la operación”. Es una frase que muchos en el mundo textil han escuchado antes. Cierres similares en el sur han repetido ese mismo estribillo.
Pero aquí está el detalle—las tarifas energéticas de Virginia están entre las más bajas del país. Entonces, ¿por qué un estado supuestamente “barato” sería demasiado caro para los negocios? Ahí es donde la historia comienza a torcerse.
La Verdadera Historia Detrás Del Cierre

La fábrica resulta ser Parkdale Mills, un titán textil de 109 años que alguna vez operó casi 30 plantas en América. Aunque los ejecutivos citan los costos energéticos, su CEO dijo algo muy diferente al Congreso: Parkdale opera solo al 60% de su capacidad debido a la avalancha de importaciones extranjeras baratas que ingresan a EE. UU. mediante la laguna de minimis.
Más de mil millones de paquetes libres de aranceles ingresaron el año pasado—muchos llenos de textiles. No se trata de las facturas de energía. Se trata de la competencia global.
Sesenta Y Ocho Empleos, Sesenta Y Ocho Historias

El 24 de octubre, sesenta y ocho trabajadores de Hillsville marcarán su salida por última vez. Algunos han estado aquí desde su adolescencia, siguiendo los pasos de sus padres. Otros esperaban jubilarse aquí.
En cambio, se ven obligados a buscar opciones en una ciudad con pocas alternativas. No es solo el fin de un salario—es el fin de la promesa de que el trabajo leal significaría estabilidad.
El Efecto Dominó En El Condado De Carroll

Los negocios locales se preparan para el impacto. El restaurante de la carretera espera menos clientela en el almuerzo. Las gasolineras perderán a sus habituales. Con un agujero fiscal de un millón de dólares en el presupuesto del condado, los proyectos públicos podrían estancarse.
El desempleo se sitúa en 4,2%—no es desastroso, pero sube rápido. Los residentes temen que si ni los empleadores más consolidados pueden sobrevivir, ¿qué posibilidades tienen los más pequeños?
Una Industria Mayor En Retirada

Si ampliamos la vista, el cierre de Parkdale parece menos una excepción y más una señal de advertencia. Veintiocho fábricas textiles han cerrado en todo el país en menos de dos años. Muchas culparon a los costos energéticos, incluso en estados de tarifas bajas como Carolina del Norte y Tennessee.
Detrás de esa excusa hay una verdad más dura: la industria textil estadounidense está siendo socavada por una ola de importaciones libres de aranceles. Y la brecha sigue creciendo.
Cómo Una Laguna Comercial Lo Cambió Todo

Aquí es donde se pone técnico—pero importante. La regla de minimis permite que paquetes de menos de $800 ingresen a EE. UU. sin pagar aranceles. Esa regla tenía sentido para souvenirs o pequeños pedidos en línea.
Pero ahora, grandes minoristas extranjeros envían miles de paquetes diarios bajo ese umbral. Casi la mitad contiene ropa o tela. Las fábricas estadounidenses no pueden competir con productos que evaden completamente los aranceles de importación. ¿El resultado? Fábricas como la de Parkdale quedan asfixiadas.
La “Excusa Energética” Revisitada

Incluso los propios ejecutivos de Parkdale han contradicho sus declaraciones públicas. El 14 de junio de 2024, en Washington, el CEO Andy Warlick testificó:
“Currently, only 60 percent of our production capacity is being utilized, mainly because of an overwhelming surge of cheap foreign imports enabled by the federal ‘de minimis’ loophole. Energy expenses are not the principal reason for our downsizing.”
Sus comentarios plantean dudas sobre si la “energía” se ha convertido en un chivo expiatorio conveniente para fallas comerciales más profundas y sistémicas. Si es cierto, no es solo un problema de Parkdale—es uno nacional.
Trabajadores A Oscuras

Para empeorar las cosas, los avisos WARN de Parkdale confundieron incluso a empleados de larga data. Las fechas cambiaron, los mensajes se contradecían y las respuestas eran escasas. Los trabajadores no sabían cuándo sería realmente su último turno. Las llamadas a la empresa quedaron sin respuesta.
Para una empresa con más de un siglo de legado, el silencio fue elocuente. La falta de comunicación convirtió una pérdida ya dolorosa en algo más cercano a la traición.
Washington Finalmente Interviene

Tras meses de presión, el gobierno federal actuó. A finales de agosto de 2025, el presidente Trump suspendió la exención de minimis para envíos comerciales, calificándola como una “laguna que vació la industria estadounidense”.
Los grupos textiles lo celebraron como una medida largamente esperada. Pero para comunidades como Hillsville, la solución llega demasiado tarde. Las puertas de la planta igual se cerrarán, y esos 68 empleos no volverán de la noche a la mañana.
Buscando Una Segunda Oportunidad

Al menos hay un rayo de esperanza en el horizonte. Una empresa británica de invernaderos, Pluck’d (Oasthouse Ventures), planea expandirse en el condado de Carroll, prometiendo más de 100 empleos iniciales y cientos más con el tiempo.
¿El detalle? El trabajo es agrícola, no industrial—lo que significa nuevas habilidades, menor salario y menos estabilidad. Para los trabajadores textiles despedidos, la transición no será sencilla, pero es un comienzo.
Un Camino Frágil Hacia La Recuperación

Reconstruir el sector textil no es tan fácil como accionar un interruptor. Incluso con reformas comerciales, las fábricas no pueden simplemente reiniciar la producción sin mano de obra calificada, redes de proveedores y pedidos constantes.
Muchas plantas cerradas ya han sido vendidas o desmanteladas. Los economistas dicen que podrían pasar años para que la industria se recupere—si es que lo logra. Para ciudades como Hillsville, la paciencia podría agotarse mucho antes de que lleguen los resultados.
¿Puede La Política Arreglar Lo Que Está Roto?

Los defensores de la industria dicen que la suspensión de minimis es un comienzo, no una solución. Tras dos docenas de cierres y una capacidad en mínimos históricos, muchas fábricas carecen de la confianza—o el capital—para reabrir.
Restaurar la fortaleza textil estadounidense requerirá no solo aranceles, sino inversión, innovación y apoyo público. Sin ellos, las reformas corren el riesgo de ser demasiado poco y demasiado tarde para ciudades ya golpeadas por la pérdida.
Lo Que Está En Juego Es Nacional

El sector textil estadounidense no solo fabrica ropa—suministra al ejército. Más de 8,000 productos, desde uniformes hasta paracaídas, dependen de fábricas nacionales. Perder esa capacidad amenaza más que empleos—afecta la seguridad nacional. Los legisladores han añadido disposiciones de “Comprar estadounidense” a las leyes de defensa, pero el abastecimiento solo funciona si las fábricas aún existen para cumplir los pedidos. Cada cierre debilita esa cadena.
Rivales Globales Avanzan

Mientras tanto, los fabricantes extranjeros prosperan. Productores chinos y del sudeste asiático usaron el sistema de minimis para inundar EE. UU. con textiles de bajo costo, enviando millones de paquetes valorados justo por debajo de $800.
Solo en 2024, llegaron 1.4 mil millones de esos paquetes. Con esos márgenes, las fábricas nacionales nunca tuvieron oportunidad. La laguna no solo abrió la puerta—arrancó las bisagras.
El Costo Ambiental

Hay otro costo del que pocos hablan: el planeta. Los estudios muestran que la producción nacional genera muchas menos emisiones que importar tela desde el extranjero. Sin embargo, a medida que cierran las fábricas estadounidenses, la huella de carbono de nuestra ropa solo crece.
La industria textil ya representa cerca del 10% de las emisiones globales, gran parte por el transporte marítimo. Comprar más barato en el extranjero puede ahorrar dinero—pero está consumiendo algo mucho mayor.
Lecciones De Otros Pueblos Fabriles

Comunidades en todo el sureste han recorrido este mismo camino. Ciudades en Carolina del Norte y Georgia que antes giraban en torno a plantas textiles han encontrado formas de diversificarse—algunas hacia la tecnología, otras hacia la energía verde.
El condado de Carroll estudia esos ejemplos, con la esperanza de reescribir su propia historia. El objetivo no es reemplazar el pasado, sino construir algo lo suficientemente sostenible como para perdurar.
La Manufactura En Una Encrucijada

El cierre de Parkdale en Hillsville no es solo la caída de una empresa—es un reflejo de dónde está la manufactura estadounidense hoy. Entre lagunas comerciales, narrativas energéticas cambiantes y competencia global, las reglas han cambiado.
Si EE. UU. podrá recuperar su posición industrial está por verse. Por ahora, algo es claro: la pérdida de Hillsville es más que económica—es personal, y es parte de un ajuste de cuentas mucho mayor que aún se desarrolla.